Con la jubilación, todo parece prometer una segunda juventud y la realidad viene a mostrar lo contrario si no se previenen de alguna manera los efectos no deseables de la jubilación.
Uno de los efectos no deseables, es la tendencia a aislarse del mundo exterior, a reducir el campo de intereses. Es necesario continuar preocupándose de los demás, de continuar con una vida activa, física y mentalmente, pues así nos mantenemos fuertes y sanos en cuerpo, mente y espíritu.
El hombre tiene un alma inmortal, el envejecimiento humano, aboca en la eternidad.
Por eso la vejez en el hombre, en vez de suponer un progresivo declive, debe ser un constante proceso de maduración y crecimiento interior.
El esfuerzo por mantenerse en forma, el ejercicio de las virtudes que nos llevan a interesarnos por los demás, el no olvidar que los años para el hombre suponen, si se saben aprovechar, un enriquecimiento interior harán que, lo que para muchos es penosa e indeseable, se convierta en una tercera edad feliz, en la que cada día tengamos un bello motivo para brindar.
Para mantenerse en forma en la tercera y cuarta edad, tenemos que ayudar a nuestro organismo. Saber lo importante que es el movimiento, como salir a caminar cada día, hacer juegos de entretenimiento, como puzles, sopas de letras, tejer, ganchillo…..,para que la mente siga creativa.